UN AÑO DESPUÉS

Para los que no creemos que alguna otra vez juguemos a ser actores, aquel 8 de abril de hace un año será el día en que contamos lo mejor que supimos, y pudimos, una historia que ya entonces nos conmovía profundamente. Leímos el libro y vimos la película como forma de adentrarnos en el mundo de Las horas. Mucho de lo que se reflexiona en él ha quedado en nuestra experiencia personal: en nuestra formación como individuos. Yo recuerdo ahora cómo interpretábamos en los ensayos previos las ideas sobre la felicidad y el valor de estar vivos que destila Las horas.
Han pasado muchas cosas en este último año. Algunas de ellas no podía sino relacionarlas con los diálogos de esta obra. Como las impresiones de Clarissa Vaughan sobre la iniciación y el descubrimiento de ese nuevo territorio que es la felicidad. Después, el lastre que ésta deja para el resto de la vida. Te das cuenta, consternado, de que la felicidad no es un estado, sino aquellas ocasiones en las que no nos percatamos del todo que somos plenamente dichosos. Hasta que repensamos esos momentos pasado un tiempo.
Entonces reaparece la vida que creíamos haber abandonado. Esa vida de antes reaparece, pero no se regresa a ella: no hay retorno de las veces en que se fue lo mejor de uno mismo. Como si perdieras esa parte de ti, y los recuerdos abrumasen ya para siempre: Cunningham decía que la perfección de la felicidad pudo deberse a lo prometedores que fueron esos momentos, no a que cumpliesen plenamente nuestros deseos. Porque esa vida abandonada --anterior a vivir la felicidad-- había cambiado... Y la vida recién descubierta siempre iba a ser mejor que la que habíamos tenido.
La gran verdad que encerraban las impresiones de Clarissa se reveló en este año que ha pasado. Hemos cambiado. No somos los mismos, pero tampoco los que soñábamos que íbamos a ser.
Lo más difícil, la soledad con que te enfrentas --mucho mayor que todas las soledades previas--, te conduce a afinar el valor de las cosas que hacen resucitar la ilusión y los sueños. Quiero que lo sepáis. Porque no siempre podemos decir lo que sentimos y queremos como lo sentimos y queremos. Con las palabras más acertadas. Espero que los amigos que conocí a consecuencia de todo --José Saramago escribió que el destino tiene que dar muchos rodeos para llegar a cualquier parte-- lean esto, y lo sepan.
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