jueves, junio 15

OJALÁ JAVIER MARÍAS INGRESE EN LA RAE

Los dominios del lobo, No más amores, Harán de mí un criminal, Seré amado cuando falte, Travesía del horizonte, Desde que te vi morir, Todas las almas, Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí, Si yo amaneciera otra vez, Negra espalda del tiempo, Tu rostro mañana... Creo, como dicen, que Javier Marías encuentra los títulos más hermosos de nuestra literatura (la mayoría sacados de Shakespeare). Sus libros son, también, igual de bellos. Escritor, traductor, articulista, editor y crítico, ha hecho por los lectores lo que muy pocos. Además, la lengua española tiene en él su mejor prosista, como dijo Roberto Bolaño. Ha vendido en Alemania más de un millón de ejemplares de Corazón tan blanco, y se le incluye desde hace varios años entre los candidatos del Premio Nobel de las Letras.
Pero todo esto, que es externo y ajeno a la experiencia inmediata que proporcionan sus obras, es un listado bastante general de aspectos que pueden verse en las solapas de sus publicaciones. Lo que de veras me interesa resaltar, además del agradecimiento por tener un artista así en España y al que se puede leer de primera mano en su idioma original, son las horas que dediqué a sus páginas y el placer hallado en ellas. Puedo contar con los dedos de una mano a los autores contemporáneos que hayan conseguido nombrarme y hacer que reconozca una tal multitud de emociones, sentimientos, ideas y problemáticas. Expuestas, además, con palabras de la más gratificante lectura: Marías es un mago del verbo envolvente, ramificado y torrencial. Abandonar su voz supone un esfuerzo de lo más voluntarista a veces.
En el blog de la web www.javiermarias.es aparecía recientemente la noticia de que el día 29 de junio sabremos si la Real Academia Española lo acoge como sustituto de Fernando Lázaro Carreter. Espero que así sea, y que el reconocimiento de este hombre en nuestro país sea cada vez mayor. Que entre a formar parte de la Academia es un premio que merece con creces. Pero nos lo merecemos asimismo los que formamos parte de la cultura que nos une, y la justicia moral de estimar a nuestros creadores como se debe nos imcumbe y hace mejores al resto de nosotros, por supuesto.