LA OTRA CIUDAD

De todas maneras, Murcia no son sólo sus calles caminadas, sus avenidas asimiladas con la vista, sus paseos mensurados un paso tras otro. Empecé a ver Murcia de una forma distinta, como suele suceder, porque otra persona enseña a mirar de forma diferente lo que siempre habías visto con los mismos ojos. Tales lecciones vienen de fuera normalmente, y es difícil que de manera autodidacta pueda accederse a ellas.
Los edificios, las fachadas de éstos, las épocas que la apariencia externa y los materiales de las construcciones delatan, lo que se integra perfectamente en la estructura urbana y lo que queda como un tumor, como algo extraño, un “pongo”, sobrante e innecesario... La explicación de por qué es así tal o cual cosa, por qué los rosetones de nuestra catedral tiene más piedra que vidrio --la luz abundante de la zona mediterránea--; por qué se conserva el frontis de un edificio derribado en ruinas; por qué el lateral de una iglesia junto al Jardín de la Pólvora muestra una reconstrucción reciente y el tipo de material empleado en la misma...
Las riberas del río; los puentes sobre éste; los parques asendereados; lo que cabría llamar monumentos, que es mucho decir; barrios de los años sesenta, setenta y ochenta; la iglesia catedral llamada de Santa María --pese a que son muy pocos los que la conocen por ese nombre, o que se figuran que tiene uno, y que es ése--, por fuera, por dentro, el territorio donde se asienta y su cementerio de piedras (el Palacio de San Esteban lo tiene igualmente); los comercios y grandes superficies; el tiempo que nunca es bastante, transcurre como lo hacen los pasos del que camina y siempre lleva a la parada del autobús, a la salida de la ciudad y al regreso de donde soy.
También los ojos han de ser educados. Los míos recuerdan esas y otras cosas de vez en cuando, mientras mis pies siguen escribiendo sendas efímeras e indefinidas por Murcia ciudad. De lo que me cambió la vida hace ya más de un año incluye asimismo una mirada diferente y más atenta de la ciudad. Una de las mejores cosas con las que me puedo quedar, y no son pocas, es ésa.
Supongo que, entre más razones, es difícil olvidar por esto. Es difícil hacer pasado a quien tanto cambió y aportó, descubrió y encauzó. A veces, creo, también (cuando no quisiera hacer pasado a quien querría por futuro), que es intolerable --otra vez Javier Marías, tan hondo ha calado--. Pero ya no puedo tomar en lo que creo como lo más fiable, por la guía según la que hacer camino, sea a través del asfalto y aceras y callejones y recodos y tramos (peatonalizados, Trapería, Platería, o no), etc., murcianos; sea a través del día a día que lleva a mañana, y aclara más o empantana más el horizonte, donde está lo futuro, que ojalá te incluyese pero más bien anuncia tu ausencia y olvido.
2 Comments:
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