lunes, agosto 21

LA MIRADA DEL CAPITÁN

Llevo poco menos de dos años sin ir regularmente al cine. Antes solía ver tres películas al mes en gran pantalla, lo que no estaba mal: los viernes de estreno sobre todo, iba con uno o más amigos a Murcia y seguíamos la actualidad cinematográfica; sin contar que otras buenas películas las sacaba en DVD de alguna biblioteca para los fines de semana, o cuando grababa el programa de Garci porque había visto en el teletexto que esa semana se emitía otro de esos clásicos que se amontonan en una lista prolongada de lo que me faltaba --y me falta-- por disfrutar de ese mundo paralelo ‘donde todo ha sucedido’, como titula Javier Marías su libro más reciente sobre cine. Después he bajado mucho ese ritmo, hasta el punto de no ver sino alguna que otra película en varios meses. No sólo en el cine, si no también en casa. Motivos habría más de uno, aunque entre ellos fue importante que la calidad de la cartelera fuera dejando bastante que desear --parece que tal dinámica seguirá así-- cuando las propias ganas de ir al cine tampoco eran las de antes.
En cuanto al tipo de cine que me gusta, pienso que todavía soy un espectador que tiene que perfilar su criterio, y por eso veía la mayor parte de las películas que fueran de entretenimiento o un poco más ambiciosas artísticamente, sólo descartando aquellas que de veras lamentarías tener que pasar dos horas tiranizado por un espectáculo que no toleraría consentir. De otro modo, durante años, desde el instituto, la mayor parte de los films de renombre, bien por su éxito económico, bien por su éxito en galardones o bien por sus propios méritos cinematográficos, pasaban ante mis ojos complacidos y se satisfacía momentáneamente un apetito que por entonces todavía conservaba. Luego fui perdiendo la costumbre de tanto cine, hasta el punto de que ha llegado a apetecerme poco no ver más que las películas inexcusables, a las que me arrastraban amigos o que yo mismo no me podía negar.
Ahora en septiembre llega una de ésas. He leído un par de reportajes sobre la película de Alatriste, y el simple relato sobre el papel de alguno de sus pasajes ha bastado para que me emocionase. Desde la primera de las novelas de la serie, he seguido la historia de España en las historias del capitán, Íñigo Balboa, Quevedo, Copons, Angélica de Alquézar, Olivares, Cagafuego, Sangonera, y todos los otros personajes. Arturo Pérez-Reverte ha sido uno de los escritores que más me han influido en la vida --le pese a quien le pese; desde luego, a mí no--. Empecé a admirarlo con La piel del tambor, y en adelante no ha habido libro suyo que no comprase en cuanto salía a la venta para agotarlo en el mínimo tiempo. A sus seis títulos de narrativa histórica ambientados en la declinante España imperial les guardo un especial afecto. Hice la carrera de Historia en parte ilusionado con las lecturas de Alatriste, capaces de despertar una cierta vocación. Estudiar la época que me había fascinado en los relatos de ficción, sobre todo lo relativo a los tercios y también al Siglo de Oro, otorgaba dimensión a las vivencias conocidas de tan trágicos héroes. Dentro de poco, en el cine esas emociones serán de nuevo encontradas. Lo que se puede esperar de la película de Agustín Díaz-Yanes es una ventana a lo que somos reconstruyendo un pasado de lo más actual y del que muchos se han empeñado en apostatar de él. Es un perentorio ejercicio de memoria.
Con esta película tengo de nuevo algunas ganas de cine. Ganas de ver cómo mira el capitán Alatriste, con toda la derrota y el coraje y la dignidad en sus ojos cansados.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

Hola Guillermo, yo me siento bastante identificado con lo que aquí cuentas, recuerdo hace años ir todos los lunes al cine, recuerdo mi interés por montones de films , de directores y actores, y poco a poco también se fue apagando, no me he parado a pensar los motivos, muy pocas pelis llaman ahora mi atención y Alatriste a sido una de ellas, aparte ya sabes tu la relación que me unirá especialmente a este película….bueno todo esto viene a cuento de que hoy se me han despertado las ganas de cine, ¿te hace Salvador?

DARDO

4:35 a. m.  

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